dissabte, 13 de juliol del 2013

Tito y Pep no se han visto ni visitado en Nueva York

  • Article falsedat perpetrada per Francesc Perearnau el 31-3-2013 a les pàgines del Mundo Deportivo. 
    Sorprenentment, l'article segueix penjat a la web i no ha estat retirat de l'hemeroteca. Tampoc ningú del Grup Godó ha demant disculpes. 
    Atenció, no confondre Francesc Perearnau, conegut també com Pelikarnau, amb l'execel·lent periodista Martí Perarnau.

    Pep Guardiola y Tito Vilanova conversan durante un Barça-Málaga.


    Aunque empieza a ser un secreto a voces, el entorno barcelonista más próximo se resiste difundir, comentar o debatir el mal estado de las relaciones personales entre el actual entrenador del Barça y su predecesor. Después de compartir cinco años en el banquillo, donde seguramente habría más motivos para la discrepancia o el desencuentro, ha sido al separarse sus carreras cuando han aparecido las tensiones. El caso es que Tito Vilanova ha vuelto de Nueva York tras casi dos meses de tratamiento sin que él y Pep se hayan visitado ni hablado por teléfono.

    Esta es una situación inimaginable hace apenas un año, cuando hacían planes de futuro. Hay quien apunta a que las circunstancias que envolvieron el relevo en el banquillo, después de que Guardiola anunciase su decisión de no seguir como entrenador del Barça, pudieron influir en que su relación se comenzase a deteriorar. Por lo que ha trascendido, al ex entrenador no le sentó demasiado bien que la directiva anunciase la elección de Vilanova como su sustituto inmediatamente después de hacerse oficial su marcha.


    El momento del relevo


    No fue esta una cuestión personal que rompiese su amistad, pues el propio Vilanova admitió que si Guardiola hubiera ido a otro equipo muy probablemente se habrían ido juntos. Lo que pudo empezar a distanciarlos fue, quizá, el hecho de que Tito respondiese afirmativamente tan deprisa a la oportunidad que le dio Zubizarreta, que tenía el placet e instrucciones de la directiva muy precisas para evitar un período de incertidumbre y de especulaciones en torno a otros entrenadores. Además, el equipo aún debía preparar y jugar la Copa del Rey frente al Ahtletic.


    Parece que si hubo algún malentendido o algo que aclarar a nivel personal quedó más o menos resuelto a los pocos días. Fue en los meses posteriores cuando el contacto comenzó a languidecer y a espaciarse, acentuado por la distancia –Guardiola se mudó a Nueva York– y la sensaciónde que en lo profesional había surgido un cierto clima de competencia, al menos así ha trascendido desde el entorno del propio Guardiola.


    La recaída de Tito Vilanova poco antes de Navidad no cambió la situación. Se diría que la ausencia de contactos en aquellas circunstancias y fechas fue lo que estableció una distancia ya muy difícil de recortar teniendo en cuenta que la amistad y la estima no eran sólo profesional y entre ambos sino que alcanzaba al ámbito familiar más íntimo. La proximidad geográfica en Nueva York tampoco ha resuelto ese enfriamiento entre ambos.


    A nivel de vestuario también se ha producido un fenómeno parecido. El contacto entre el ex entrenador y la plantilla se ha reducido a prácticamente a la nada desde que Guardiola se marchó. A quienes fueron testigos de la gala del Balón de Oro en Zurich, el pasado mes de enero, les sorprendió la atmósfera gélida y distante entre Pep y los siete jugadores que viajaron, entre ellos Messi, elegidos en el mejor once del año. Otra prueba de esta situación, que evidentemente no trascenderá a nivel público o de declaraciones, es que cuando el Barça se quedó sin Tito Vilanova y surgieron rumores sobre un presunto regreso de Pep, algo que la directiva nunca contempló, el vestuario le hizo llegar a la junta un mensaje muy claro en el sentido de que habría desaprobado esa solución

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